Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron:—¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa por un motivo cualquiera?4 Jesús les contestó:—¿No han leído ustedes en la Escritura que el que los creó en el principio, “hombre y mujer los creó”? 5 Y dijo: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.” 6 Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.7 Ellos le preguntaron:—¿Por qué, pues, mandó Moisés darle a la esposa un certificado de divorcio, y despedirla así?8 Jesús les dijo:—Precisamente por lo tercos que son ustedes, Moisés les permitió divorciarse de su esposa; pero al principio no fue de esa manera. 9 Yo les digo que el que se divorcia de su esposa, a no ser en el caso de una unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.10 Le dijeron sus discípulos:—Si éste es el caso del hombre en relación con su esposa, no conviene casarse.11 Jesús les contestó:—No todos pueden comprender esto, sino únicamente aquellos a quienes Dios les ha dado que lo comprendan. 12 Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse: unos ya nacen incapacitados para el matrimonio, a otros los incapacitan los hombres, y otros viven como incapacitados por causa del reino de los cielos. El que pueda entender esto, que lo entienda.